La “UNIÓN JUVENIL CRUCEÑISTA”
José Antonio Arnez G.
El pueblo de Santa Cruz ha sido y es, sencillo, laborioso, amante de la paz, valora y mucho, los lazos de familia y cultiva las buenas relaciones entre ellas, despertando así, uno de los sentimientos más característicos del cruceño, el sentimiento de fraternidad.
Abierto y sin egoísmos, el cruceño ha recibido durante décadas en su seno la llegada de gente de todas partes de Bolivia y del exterior, suponemos que atraídos por el afán de mejorar y prosperar, porque nadie deja su terruño para estar peor, y por lo visto una gran mayoría lo logró, porque se quedaron a formar parte de nuestra sociedad.
Muchos de estos inmigrantes son testigos y parte del formidable esfuerzo que ha tenido que realizar el pueblo cruceño para lograr tejer su desarrollo, ante la indiferencia y las trabas de un centralismo secante y abusivo. Cada centímetro de desarrollo ha exigido sacrificios y muchas veces peleas y enfrentamientos con los gobiernos o funcionarios de turno, muchos cruceños han ofrendado sus vidas para lograr, para su pueblo días mejores. Para el cruceño no es novedad la lucha, el unirse y enfrentar unidos a los que se oponen a su progreso o pretenden conculcar su libertad, sus valores y costumbres. Así lo fue antes, así lo es hoy.
Santa Cruz recibe agresiones gratuitas, injusticias y muestras de desprecio desde siempre, a veces veladas y mal disimuladas, pero en otras ocasiones hirientes y con movilizaciones de huestes dispuestas a sentar la mano al pueblo que no acepta la imposición de los mandamases, y es aquí, justamente, cuando surge airosa y digna, la juventud cruceña. Saliendo al paso de los violentos que quieren invadir, sitiar, ultrajar la dignidad de este pueblo.
Jóvenes al fin, espíritus puros, sanos y valientes llenos de patriotismo y entrega plena a su Patria chica y por supuesto a la grande cuantas veces la requieran y donde quieran hacer respetar sus derechos y dignidad. Son hijos bien nacidos, hechos a nuestra usanza y costumbres, con valores cristianos, amantes de la libertad, la democracia y la justicia.
Que no se equivoque la gente de acá y de allá, la Unión Juvenil Cruceñista es la hermosa entidad que se juega el pellejo voluntariamente para hacer respetar a su tierra, a su hogar, cuantas veces crea necesaria su presencia y si fuera permanente más gloriosa será su actividad.
No manejan la política, pero sí, manejan sus sentimientos con inteligencia y entrega a la soberana voluntad de su pueblo, al que aman entrañablemente. Inspirados en ese amor por los sagrados intereses de Santa Cruz, asumen de frente sus compromisos y son consecuentes y leales con sus conciencias.
Hermosa misión la que se han dado estos jóvenes que rubricaron su compromiso con la sangre vertida por sus compañeros en Terebinto. El 11% suena en los oídos y se arrebata en el corazón de todos los cruceños. Ucureña, con sus denigrantes actitudes en esta tierra de hospitalidad, trabajo y libertad, selló sus valores indignos, para que nunca más Santa Cruz confíe en las hipócritas actitudes y declaraciones de fraternidad y hermandad vertidas por los centralistas y odiadores de siempre.
Seremos fraternos cuando todos sepamos respetarnos, respetar las leyes y vivamos con justicia y equidad.
La Unión Juvenil Cruceñista es pacifista por principio, pero seguramente está dispuesta a responder a la provocación y a las amenazas de violencia cuando actúa en cumplimiento de su misión; eso lo entendemos todos y así debe ser, no es un conjunto de borregos lanzados a la calle a gritar o a mostrar actos de cobardía; salen a defender a su pueblo y por supuesto saben cómo hacerlo y esto debe conformar nuestras expectativas y alentar nuestro espíritu y no llegar a la critica ligera con adjetivos injustos que emanan de la cobardía, de la ignorancia o del que odia a esta tierra y a su gente.
La Unión Juvenil Cruceñista la componen hombres con ese espíritu, muy cruceños, muy bolivianos, si son bravos, no es culpa de ellos, está en su sangre y esa fuerza dignificadora no debe perderse nunca, cruceños y no cruceños debemos admirar a esos jóvenes; debemos felicitarnos porque todavía tenemos hermosos valores que sostener y gente en quien confiar.
No son gente de nadie, no son buscapleitos, están donde deben estar y cuando deben estar; son guardianes de nuestros intereses comunes, guardianes de nuestra integridad moral y territorial. Son gente nuestra, cruceña. Defienden por igual a cambas, collas, chapacos y extranjeros que tienen su hogar en Santa Cruz y que son agradecidos a esta tierra.
Tal vez en parte, gracias a ellos Santa Cruz no ha sido cobardemente sitiada como La Paz, ultrajada como Cochabamba o vilmente atacada y herida como Sucre, pero para evitar la tentación de grupos radicales, que piensen que nuestros jóvenes unionistas no tienen respaldo, sépanlo, hay un pueblo de pié atrás de cada joven valiente, hoy más que nunca nos sentimos unidos junto a ellos, para luchar por la paz, por la autonomía y por seguir siendo libres.
Ningún enfrentamiento resolverá los problemas de nuestro país, debemos evitarlo con todas nuestras fuerzas, diálogo y unidad sí; pero que no se confunda tolerancia con cobardía, y menos que pretendan olvidar, que no hay fuerza capaz de frenar a un pueblo, convencido y unido en torno a sus mayores aspiraciones.
José Antonio Arnez G.
El pueblo de Santa Cruz ha sido y es, sencillo, laborioso, amante de la paz, valora y mucho, los lazos de familia y cultiva las buenas relaciones entre ellas, despertando así, uno de los sentimientos más característicos del cruceño, el sentimiento de fraternidad.
Abierto y sin egoísmos, el cruceño ha recibido durante décadas en su seno la llegada de gente de todas partes de Bolivia y del exterior, suponemos que atraídos por el afán de mejorar y prosperar, porque nadie deja su terruño para estar peor, y por lo visto una gran mayoría lo logró, porque se quedaron a formar parte de nuestra sociedad.
Muchos de estos inmigrantes son testigos y parte del formidable esfuerzo que ha tenido que realizar el pueblo cruceño para lograr tejer su desarrollo, ante la indiferencia y las trabas de un centralismo secante y abusivo. Cada centímetro de desarrollo ha exigido sacrificios y muchas veces peleas y enfrentamientos con los gobiernos o funcionarios de turno, muchos cruceños han ofrendado sus vidas para lograr, para su pueblo días mejores. Para el cruceño no es novedad la lucha, el unirse y enfrentar unidos a los que se oponen a su progreso o pretenden conculcar su libertad, sus valores y costumbres. Así lo fue antes, así lo es hoy.
Santa Cruz recibe agresiones gratuitas, injusticias y muestras de desprecio desde siempre, a veces veladas y mal disimuladas, pero en otras ocasiones hirientes y con movilizaciones de huestes dispuestas a sentar la mano al pueblo que no acepta la imposición de los mandamases, y es aquí, justamente, cuando surge airosa y digna, la juventud cruceña. Saliendo al paso de los violentos que quieren invadir, sitiar, ultrajar la dignidad de este pueblo.
Jóvenes al fin, espíritus puros, sanos y valientes llenos de patriotismo y entrega plena a su Patria chica y por supuesto a la grande cuantas veces la requieran y donde quieran hacer respetar sus derechos y dignidad. Son hijos bien nacidos, hechos a nuestra usanza y costumbres, con valores cristianos, amantes de la libertad, la democracia y la justicia.
Que no se equivoque la gente de acá y de allá, la Unión Juvenil Cruceñista es la hermosa entidad que se juega el pellejo voluntariamente para hacer respetar a su tierra, a su hogar, cuantas veces crea necesaria su presencia y si fuera permanente más gloriosa será su actividad.
No manejan la política, pero sí, manejan sus sentimientos con inteligencia y entrega a la soberana voluntad de su pueblo, al que aman entrañablemente. Inspirados en ese amor por los sagrados intereses de Santa Cruz, asumen de frente sus compromisos y son consecuentes y leales con sus conciencias.
Hermosa misión la que se han dado estos jóvenes que rubricaron su compromiso con la sangre vertida por sus compañeros en Terebinto. El 11% suena en los oídos y se arrebata en el corazón de todos los cruceños. Ucureña, con sus denigrantes actitudes en esta tierra de hospitalidad, trabajo y libertad, selló sus valores indignos, para que nunca más Santa Cruz confíe en las hipócritas actitudes y declaraciones de fraternidad y hermandad vertidas por los centralistas y odiadores de siempre.
Seremos fraternos cuando todos sepamos respetarnos, respetar las leyes y vivamos con justicia y equidad.
La Unión Juvenil Cruceñista es pacifista por principio, pero seguramente está dispuesta a responder a la provocación y a las amenazas de violencia cuando actúa en cumplimiento de su misión; eso lo entendemos todos y así debe ser, no es un conjunto de borregos lanzados a la calle a gritar o a mostrar actos de cobardía; salen a defender a su pueblo y por supuesto saben cómo hacerlo y esto debe conformar nuestras expectativas y alentar nuestro espíritu y no llegar a la critica ligera con adjetivos injustos que emanan de la cobardía, de la ignorancia o del que odia a esta tierra y a su gente.
La Unión Juvenil Cruceñista la componen hombres con ese espíritu, muy cruceños, muy bolivianos, si son bravos, no es culpa de ellos, está en su sangre y esa fuerza dignificadora no debe perderse nunca, cruceños y no cruceños debemos admirar a esos jóvenes; debemos felicitarnos porque todavía tenemos hermosos valores que sostener y gente en quien confiar.
No son gente de nadie, no son buscapleitos, están donde deben estar y cuando deben estar; son guardianes de nuestros intereses comunes, guardianes de nuestra integridad moral y territorial. Son gente nuestra, cruceña. Defienden por igual a cambas, collas, chapacos y extranjeros que tienen su hogar en Santa Cruz y que son agradecidos a esta tierra.
Tal vez en parte, gracias a ellos Santa Cruz no ha sido cobardemente sitiada como La Paz, ultrajada como Cochabamba o vilmente atacada y herida como Sucre, pero para evitar la tentación de grupos radicales, que piensen que nuestros jóvenes unionistas no tienen respaldo, sépanlo, hay un pueblo de pié atrás de cada joven valiente, hoy más que nunca nos sentimos unidos junto a ellos, para luchar por la paz, por la autonomía y por seguir siendo libres.
Ningún enfrentamiento resolverá los problemas de nuestro país, debemos evitarlo con todas nuestras fuerzas, diálogo y unidad sí; pero que no se confunda tolerancia con cobardía, y menos que pretendan olvidar, que no hay fuerza capaz de frenar a un pueblo, convencido y unido en torno a sus mayores aspiraciones.